6 Claves para Mejorar la Relación con tu Hijo Adolescente

Cuando hablamos de adolescencia ¿qué es  lo primero que nos viene a la mente?

Aquellos que tenéis adolescentes en casa, seguro que sabéis de lo que os hablo. De repente parece que a vuestro hijo o hija le ha dejado de gustar todo lo que antes le encantaba (sobre todo que le vean en público con vosotros ); sus frases  favoritas han pasado a ser:  «déjame en paz», «sois unos plastas», «nadie me entiende»,  «ya no soy un niño»; su hábitat natural y casi exclusivo ha pasado a ser su habitación (por no llamarle leonera) , y el móvil se ha fusionado tanto con su cuerpo que mirarle a los ojos se ha convertido en una misión casi imposible.

Esta descripción, que en principio no deja de ser una caricatura, nos permite acercarnos a esta etapa de la vida en la que la familia sufre una transformación y el papel de los padres es muy importante a la hora de recuperar la armonía familiar y, sobre todo , ayudar al adolescente a convertir esta «crisis» en una oportunidad de «crecimiento personal».

 La adolescencia es una etapa de transformación y crecimiento, en la que dejamos atrás la niñez para conquistar la edad adulta. Es una época de cambios físicos, psicológicos y sociales que en algunas ocasiones no resultan sencillos para el adolescente y su familia. Con este artículo queremos dejaros algunas claves para superar con éxito este nuevo reto al que os enfrentáis como padres.

  1. Comunicación, comunicación y…otra vez comunicación

Favorecer el dialogo y activar canales de comunicación con nuestros hijos es importante. Esto ya lo sabéis y lo habéis escuchado miles de veces. Pero, ¿cómo conseguirlo? ¿Cómo hablar sin discutir? ¿Es posible que confíe en mí y que me escuche? El dialogo es necesario pero conseguir que sea efectivo con nuestros hijos e hijas adolescentes es otro cantar.

Un de las principales claves para afrontar este reto, la podemos encontrar en la  pregunta: ¿cómo conseguir que me escuche? Lo primero que tienes que saber es que para volver a establecer un clima de comunicación con tu hijo/a, en un primer momento no se trata tanto de él sino de vosotros. Para comenzar a romper las barreras y ganarnos su confianza, tendremos que aprender a «escuchar sin interrumpir y sin juzgar precipitadamente». Reserva momentos adecuados para hablar con tu hijo/a, para que sienta que es importante para vosotros saber qué tal le va, cuáles son sus inquietudes, sus problemas, etc. Tendremos que aprender a hacerles saber que empatizamos con sus sentimientos, con sus miedos o con sus enfados, sin minimizar la importancia de lo que les ocurre y respetando su intimidad sin presiones (pero siempre atentos a posibles señales de que necesitan nuestra ayuda o intervención). Y esto que parece fácil a menudo es muy complicado.

Se trata de volver a conoceros. Recuerda que se encuentra en una época de cambio y lo que antes os servía ya ha dejado de hacerlo. Es necesario encontrar las nuevas claves. No esperes hasta el último momento cuando ya estáis enfadados, te pide algo o habéis tenido algún problema concreto. No olvides evitar los momentos cargados emocionalmente en los que estáis más centrados en quién lleva razón. Usar preguntas abiertas y frases que animen a seguir hablando pueden ser de ayuda: ¿Háblame un poco más de…? Por lo que me cuentas ¿te sientes triste cuando…?

  1. Recuerda, sois sus padres y no sus amigos.

Crear un buen clima de comunicación y confianza no significa que pasemos a ser «colegas de nuestros hijos». Sois sus padres, y es desde este rol desde el que tendremos que relacionarnos. Aunque en la adolescencia el grupo de iguales y amigos pasan a ser sus modelos principales, vuestros hijos necesitan seguir teniendo (aunque no lo parezca) en sus padres un referente: límites claros y normas de comportamiento. Esto les da seguridad y les enseña a manejar la frustración y la gestión de sus emociones. Un amigo puede aconsejarles, pero vosotros como padres  tendréis que seguir tomando decisiones aunque en ocasiones impliquen que se enfaden o sean difíciles para vosotros.

En la misma línea, es importante que recordéis que sois un equipo y le trasmitáis el mismo mensaje. Si os encontráis con diferencias u observáis algo que mejorar en el otro, es importante que lo habléis más tarde y entre vosotros.

  1. Practica la Negociación.

Las demandas de libertad y autonomía se multiplican en esta época. Cada vez os pide con mayor insistencia tomar sus propias decisiones, llegar más tarde, gestionar su tiempo, etc. Si bien es cierto que lo que les motiva y les parece importante, a menudo no coincide con vuestro criterio como padres, recordad que la imposición ha dejado de funcionar a la hora de ponerles límites, ya que casi siempre lleva a la confrontación, con el consiguiente coste emocional que conlleva. Negociar es ahora la mejor herramienta que tenéis como padres:

¿A qué acuerdos habéis llegado? ¿A qué se compromete vuestro hijo o hija? ¿Qué ocurrirá si cumple sus compromisos? ?¿A qué os comprometéis vosotros? ¿Qué ocurrirá si incumplís vuestros compromisos? ¿Qué ocurrirá si los incumple él o ella?

Resulta mucho más efectivo y práctico para todos plasmar este  acuerdo por escrito y tenerlo en un lugar accesible para todos. Es lo que en nuestro trabajo con adolescentes y familias llamamos «Compromiso familiar o Contrato conductual».

  1. Refuerza los pequeños avances y alimenta su autoestima.

No esperes a que cumpla con todo para reforzarle, ya que esto sólo reducirá su motivación a medio plazo. Recuerda el mejor medio de conseguir que vuestro hijo o hija mejore su comportamiento es a través del refuerzo tanto del esfuerzo que realiza, la aproximación al resultado esperado, etc. Es muy útil identificar que ganará si cumple su compromiso (p.e llegar media hora más tarde de su horario habitual, se sentirá más satisfecho, etc) Sigue necesitando que se le diga que hace bien las cosas, no solo las que hace mal, como cualquiera de nosotros. Esto le ayuda a tener un mejor concepto de sí mismo.

  1. Ten paciencia, no generalices y no pongas en duda cuánto le quieres.

Recuerda que es un época difícil para todos y que aunque hay  cosas que tu hijo/a tiene que aprender a mejorar, sigue haciendo muchas bien y otras no tienen importancia. Evita afirmaciones generales o etiquetas negativas: «eres un vago», «todo te da igual», «nunca pones de tu parte», etc. Esfuérzate por identificar sus puntos fuertes y la excepción a la regla. Insístele en que aunque a veces os enfadareis con él, le pondréis límites o no estaréis de acuerdo con su comportamiento, no dejareis de quererle por ello.

  1. Busca alguna actividad familiar para compartir.

Pasar tiempo juntos fuera de la rutina diaria y de las obligaciones favorece la confianza y la cercanía entre padres e hijos/as. Pasarlo bien en familia facilita la comunicación y la negociación posterior. Son muchas las actividades que podéis compartir en función de vuestros gustos y aficiones: deporte, cine, juego de mesa, excursiones, etc.

Zaloa Gómez (Psicóloga) y Javier Domingo (Coach Personal)

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