Objetivo 2015: «Voy a dejar de fumar»

Fumar es la forma más habitual y extendida de consumo de tabaco. Fumar es un comportamiento que hemos aprendido. Pero ¿qué tiene de especial?

Desde que nacemos no paramos de aprender nuevas conductas. Cuando somos bebés aprendemos a comunicarnos, a andar, a atarnos los cordones de las zapatillas, a leer, a hacernos un bocadillo, a conducir, etc. Aprendemos incluso a asociar situaciones (señales) con comportamientos. ¿Qué hacemos cuando vemos que está nublado?, ¿cuando suena el teléfono?, ¿cuando salimos de casa?, ¿cuando olemos a quemado?, ¿cuando subimos al coche?, etc. Nuestro cerebro aprende cómo debe actuar en cada situación a través de la experiencia. De tal modo, que hay comportamientos que automatizamos sin darnos cuenta. Son comportamientos que hacemos tantas veces a lo a largo de nuestra vida que se convierte en un hábito, en una costumbre.

Fumar se convierte en un hábito que queda asociado a múltiples situaciones de nuestra vida. Pero no de forma natural. Cuando fumamos cigarros estamos consumiendo nicotina, y esta sustancia genera cambios biológicos y psicológicos en nuestro organismo desde el cigarro número uno. Modifica nuestro cerebro, lo reprograma, haciéndolo dependiente tanto física como psicológicamente.

Por tanto, fumar es una conducta; un hábito al que nos hemos acostumbrado de tanto hacerlo. Nadie nace con la necesidad de consumir nicotina ni predeterminado a convertirse en un futuro fumador. Ni siquiera aquellos que estábamos completamente convencidos de que no podríamos estar sin fumar más de una hora seguida («sin pasarlo fatal»). Ni los que no podíamos imaginar cómo sería afrontar nuestro día sin el alivio de ese primer cigarro de la mañana. Ni los que creíamos que lo necesitábamos para concentrarnos, para relajarnos, para tener las manos ocupadas, para disfrutar, para terminar, para empezar, para disfrutar, …, para casi todo en la vida. Todos los fumadores antes de convertirnos en adictos al tabaco y a la conducta de fumar podíamos hacer todo eso y más, pero lo hemos olvidado. Los fumadores no nos diferenciamos en nada de los no fumadores. Solo en habernos hecho, primero adictos a una conducta para posteriormente asociarle unas «propiedades» que ni tiene, ni nos da. Es como si alguien nos hiciera perder seguridad en nosotros mismos, nos hiciera pensar que no somos capaces de afrontar una situación y luego se ofreciera a ayudarnos, a salvarnos, para superar esa misma situación. Absurdo ¿verdad?

«María lleva fumando 15 años a una media de un paquete de tabaco diario. Por tanto, María ha repetido la conducta de fumarse un cigarro nada más y nada menos que 109.500 veces. Pero es más, si María se fuma un cigarro en 20 caladas aproximadamente, María ha repetido 2.109.000 veces la conducta de consumir nicotina».

 

¿y tú cuantos cigarros te has fumado en la vida? ¿Cuántas caladas ? Te invitamos a que tomes unos minutos para averiguarlo:

Nº caladas Total vida = A*B*365*C

 

A = Tiempo en años que llevas fumando.

B= nº cigarros/día

C= 20 caladas /cigarro (media habitual)

y ahora, ¿sigues pensado que fumas porque te gusta?

No necesitas fumar, pero has acostumbrado a tu cerebro a hacerlo y te sientes raro cuando no lo haces.

Has estado sometiendo a nuestro cerebro durante años a una información incorrecta a cerca de las señales de relajación, concentración, bienestar, etc. Cuando dejamos de fumar sentimos que nos falta algo y esto hace que se active la dependencia psicológica. Esta dependencia es de la que más tardamos en liberarnos.

El factor clave de éxito para dejar de fumar es comprometerse con uno mismo, decidir una fecha y apoyarse en un método eficaz.

www.extabak.com

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *